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Autor incierto,escrito por el año 580 AC

 

reyes2.jpg reyes 1 image by bibliadeestudioadventista1 REYES5

Ejemplo :V00



Alianza entre Salomón e Hiram*


V1
Cuando Hiram, rey de Tiro, supo que habían ungido a Salomón en lugar de su padre, le envió sus servidores, porque Hiram siempre había sentido afecto por David.

elena
V.2-9
0916


 


David había vivido en amistad con la gente de Tiro y Sidón, quienes no habían molestado a Israel en ninguna forma. Hirain, rey de Tiro, reconocía a jehová como el Dios verdadero, y algunos de los sidonios estaban abandonando el culto de los ídolos. Hoy día, en el trato con nuestros prójimos, hemos de ser bondadosos y corteses. Hemos de ser como letreros que testifiquen en el mundo del poder de la gracia divina para refinar y ennoblecer a los que se entregan para el servicio de Dios
MS 18, 1905


V2
Entonces Salomón envió a decir a Hiram:

elena
V.3-18
0915


 


Aquí hay una lección importantísima para el pueblo de Dios de hoy día, lección que muchos son lentos para aprender. El espíritu de codicia, de buscar los puestos más encumbrados y los mayores salarios, abunda en el mundo. Muy rara vez se encuentra el antiguo espíritu de abnegación y autosacrificio. Pero éste es el único espíritu que debe mover a un verdadero seguidor de Jesús. Nuestro divino Maestro nos ha dado un ejemplo de cómo debemos trabajar. Y a quienes ordenó: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres", no les ofreció sumas fijas por sus servicios. Debían compartir con él su abnegación y sacrificio. Los que pretenden ser seguidores del Supremo Artífice, y que se ocupan en su servicio como sus colaboradores, deben emplear en su obra la exactitud y la habilidad, el tacto y la sabiduría que el Dios de la perfección requirió en la construcción del tabernáculo terrenal. Y ahora, como entonces y como en los días del ministerio terrenal de Cristo, la consagración a Dios y el espíritu de sacrificio debieran considerarse como los primeros requisitos de un servicio aceptable. El designio de Dios es que ni una sola hebra de egoísmo se entreteja en su obra
RH 4-1-1906

elena
V.3-18
0914


 


Dios dotó especialmente con habilidad y sabiduría a hombres escogidos para la construcción del tabernáculo del desierto. "Dijo Moisés a los hijos de Israel: Mirad, Jehová ha nombrado a Bezaleel . . . de la tribu de Judá; y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte . . . Y ha puesto en su corazón el que pueda enseñar, así él como Aholiab . . . de la tribu de Dan; y los ha llenado de sabiduría de corazón, para que hagan toda obra de arte y de invención, y de bordado . . . para que hagan toda labor, e inventen todo diseño". "Así, pues, [obraron] Bezaleel . . . y todo hombre sabio de corazón a quien Jehová dio sabiduría e inteligencia". Seres celestiales cooperaron con los artífices a quienes Dios mismo escogió. Los descendientes de estos hombres heredaron en gran medida la habilidad conferida a sus antepasados. En las tribus de Judá y de Dan hubo hombres a quienes se consideraba como especialmente "diestros" en los oficios más delicados. Los tales, por un tiempo fueron humildes y abnegados, pero gradualmente, casi imperceptiblemente, dejaron de depender de Dios y su verdad; comenzaron a pedir salarios más elevados debido a su habilidad superior. En algunos casos se les concedió su pedido, pero con más frecuencia los que pedían mayores salarios buscaron empleo en las naciones vecinas. En vez del noble espíritu de abnegación que había llenado el corazón de sus ilustres antepasados, albergaron un espíritu de codicia, de ambicionar más y más. Sirvieron a reyes paganos con sus talentos recibidos de Dios, y deshonraron a su Hacedor. Salomón recurrió a esos apóstatas para buscar un maestro artesano que supervisara la construcción del templo en el monte Moriah. Al rey le habían sido confiadas, por escrito, minuciosas especificaciones acerca de cada porción de la estructura sagrada, y él debería haber recurrido a Dios con fe en procura de ayudantes consagrados, a quienes se habría concedido habilidad especial para realizar con exactitud la obra requerida; pero Salomón pasó por alto esta oportunidad de poner en práctica la fe en Dios. Pidió al rey de Tiro "un hombre hábil" que supiera "trabajar en oro, en plata, en bronce, en hierro, en púrpura, en grana y en azul", y que supiera "esculpir con los maestros . . . en Judá y en Jerusalén". El rey fenicio respondió enviando a Hiram-abi [también figura como "Hiram"], "un hombre hábil y entendido, . . . hijo de una mujer de las hijas de Dan, mas su padre fue de Tiro". Este maestro artesano, Hiram-abi, por su linaje materno descendía de Aholiab, a quien, centenares de años antes, Dios había dado habilidad especial para la construcción del tabernáculo. De esa manera, a la cabeza del grupo de artesanos de Salomón se colocó a un hombre que no estaba santificado, y que exigió un gran salario debido a su habilidad excepcional. Los esfuerzos de Hiram-abi no emanaban de un deseo de rendir su servicio máximo a Dios. Servía a Mamón, el dios de este mundo. En las mismas fibras de su ser estaban incrustados los principios de egoísmo que se revelaron en su afán de lograr los salarios máximos. Y estos principios erróneos gradualmente llegaron a ser albergados por sus colaboradores. Mientras trabajaban día tras día con él, y se dejaban llevar por la inclinación de comparar su paga con la de ellos, comenzaron a perder de vista el carácter santo de su obra y dedicaron mucho tiempo a pensar en la diferencia entre los salarios. Gradualmente perdieron su espíritu de abnegación y fomentaron un espíritu de codicia. El resultado fue que demandaran mayores remuneraciones, que les fueron concedidas. La funesta influencia iniciada con el empleo de este hombre de espíritu codicioso se propagó por todas las esferas del servicio del Señor, y se extendió por doquiera en el reino de Salomón. Los salarios elevados, demandados y recibidos, dieron a muchos la oportunidad de complacer sus lujos y despilfarros. En los amplios efectos de estas influencias se puede rastrear una de las principales causas de la terrible apostasía del que una vez fue el más sabio de los mortales. El rey no estuvo solo en su apostasía, pues por doquiera se veían despilfarro y corrupción. Los pobres eran oprimidos por los ricos; casi se había perdido de vista el espíritu de abnegación en el servicio de Dios.
RH 4-1-1906

elena
V.3-18
0913


 


Los comienzos de la apostasía de Salomón pueden encontrarse en muchas desviaciones -aparentemente leves- de los principios correctos. Sus relaciones con mujeres idólatras no fueron, en ninguna manera, la única causa de su caída. Entre las principales causas que llevaron a Salomón al lujo desmedido y a la opresión tiránica estuvo el hecho de que desarrolló y fomentó un espíritu codicioso. En los días del antiguo Israel, cuando Moisés al pie del Sinaí dio al pueblo la orden divina: "Harán un santitario para mí, y habitair en medio de ellos", la respuesta de los israelitas fue acompañada de las debidas ofrendas: "Vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad", y trajeron ofrendas. Fueron necesarios grandes y costosos preparativos para la edificación del santuario; hubo necesidad de una gran cantidad de los más preciosos y valiosos materiales; sin embargo, el Señor sólo aceptó ofrendas voluntarias: "De todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda", fue la orden divina repetida por Moisés a la congregación. Consagración a Dios y un espíritu de sacrificio fueron los primeros requisitos al preparar un lugar para que morara el Altísimo. Se presentó una exhortación similar al sacrificio abnegado cuando David entregó a Salomón la responsabilidad de erigir el templo. David preguntó a la multitud congregada que había traído sus dádivas liberales: "¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?"* Esta exhortación siempre debería haber sido recordada por los que se ocuparon de la construcción del templo.
RH 4-1-1906


V3
"Tú sabes que mi padre David no pudo edificar casa al Nombre del Eterno su Dios, por las guerras que lo cercaron, hasta que el Señor puso a sus enemigos bajo la planta de sus pies.
V4
"Ahora el Eterno mi Dios me ha dado paz por todas partes, y no hay adversarios, ni mal que temer.*
V5
"Por tanto, he determinado edificar casa al Nombre del Eterno mi Dios, como él lo dijo a David mi padre: 'Tu hijo, que pondré en lugar tuyo en tu trono, edificará casa a mi Nombre'.
V6
"Manda, pues, que me corten cedros del Líbano. Mis siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú digas. Porque tú sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar la madera como los sidonios".
V7
Cuando Hiram oyó las palabras de Salomón, se alegró en gran manera, y dijo: "Bendito sea hoy el Eterno, que dio hijo sabio a David sobre este pueblo tan grande".*
V8
Hiram respondió a Salomón: "He oído lo que me mandaste decir. Haré todo lo que te plazca acerca de la madera de cedro y de ciprés.
V9
"Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar. La enviaré en balsas hasta el lugar que tú señales. Allí se desatará, y tú la llevarás, y cumplirás mi deseo de proveer el alimento para mi palacio".

elena
V.10
0919


 


Salomón preparó el camino de su propia ruina cuando recurrió a los sabios de otras naciones para edificar el templo. Dios había sido el educador de su pueblo, y tenía el propósito de que éste permaneciera dentro de la sabiduría divina y que estuviera a la cabeza de todos los pueblos debido a los talentos que había recibido. Si tenía limpias las manos, puro el corazón y propósitos nobles y santificados, el Señor le comunicaría su gracia. Pero Salomón dependió de los hombres en vez de depender de Dios, y descubrió que su supuesta fortaleza era debilidad. Llevó a Jerusalén la levadura de las malas influencias que se perpetuaron en forma de poligamia e idolatría
GCB 252-1895


V10
Hiram, pues, envió a Salomón toda la madera de cedro y ciprés, que él quiso.
V11
Y Salomón daba a Hiram 20.000 coros de trigo (4.400.000 lts) para el sustento de su familia, y veinte coros de aceite limpio (4.400 lts). Esto daba Salomón a Hiram cada año.
V12
El Eterno dio a Salomón sabiduría como le había dicho. Y hubo paz entre Hiram y Salomón, e hicieron alianza entre ambos.
V13
El rey Salomón reclutó 30.000 obreros por todo Israel.
V14
Enviaba al Líbano diez mil cada mes por turno. Un mes estaban en el Líbano y dos meses en sus casas. Y Adoniram estaba a cargo de la leva.*
V15
Salomón también tenía 70.000 cargadores, y 80.000 cortadores en el monte.
V16
Sin contar los principales oficiales de Salomón que estaban sobre la obra, 3.300 encargados del pueblo que hacía la obra.
V17
Y el rey mandó que trajesen grandes piedras, piedras costosas, para los cimientos de la casa, y piedras labradas.
V18
Los albañiles de Salomón, de Hiram y de Gebal cortaron y aparejaron la madera y la cantería para la casa.

elena
Anexo
0918


 


En toda su amplia extensión, la obra de Dios es una; y en todas sus ramas deben regir los mismos principios y revelarse el mismo espíritu. Debe llevar el sello de la obra misionera. Cada departamento de la causa está relacionado con todas las partes del campo evangélico, y el espíritu que prevalece en un departamento se dejará sentir en todo el campo. Si una parte de los obreros recibe grandes salarios, en diferentes ramas de la obra habrá otros que pedirán sueldos mayores, y gradualmente se perderá de vista el espíritu de abnegación. Captarán el mismo espíritu otras instituciones y asociaciones, y les será quitado el favor del Señor, pues él nunca puede sancionar el egoísmo. Así llegaría a su fin nuestra obra agresiva, la cual sólo puede llevarse adelante mediante constantes sacrificios. Dios probará la fe de cada alma. El nos ha comprado mediante un sacrificio infinito. Aunque era rico, por nosotros se hizo pobre, para que, mediante su pobreza, pudiéramos poseer riquezas eternas. Toda la capacidad y el intelecto que poseemos nos ha sido entregado en depósito por el Señor, a fin de que lo usemos para él. Tenemos el privilegio de ser copartícipes con Cristo en su sacrificio
RH 4-1-1906

elena
Anexo
0917


 


Debiera tenerse mucho cuidado con el espíritu que penetra en las instituciones del Señor. Esas instituciones fueron fundadas con abnegación, y se han desarrollado con las dádivas abnegadas del pueblo de Dios y la labor desinteresada de sus siervos. Todo lo que esté relacionado con el servicio de esas instituciones debiera llevar la rúbrica del cielo. Debe fomentarse y cultivarse un sentimiento de la santidad de las instituciones de Dios. Los obreros deben humillar el corazón delante del Señor, reconociendo su soberanía. Todos deben vivir de acuerdo con principios de abnegación. A medida que el obrero leal y abnegado, con su lámpara espiritual preparada y brillando se esfuerza desinteresadamente para promover los intereses del establecimiento en que trabaja, disfrutará de una preciosa experiencia y podrá decir: "Ciertamente Jehová está en este lugar". Comprenderá que tiene un elevado privilegio al permitírsela que entregue su habilidad, su servicio y su vigilancia incansables al Señor de la institución. En los primeros días del mensaje del tercer ángel, los que fundaron nuestras instituciones y los que trabajaban en ellas eran impulsados por motivos nobles y desinteresados. Por su arduo trabajo tan sólo recibían una pitanza: apenas lo suficiente para sostenerse; pero tenían el corazón bautizado con el ministerio del amor; la recompensa de su absoluta liberalidad indudablemente estaba en su íntima comunión con el Espíritu del Supremo Artífice; practicaban la más estricta economía a fin de que la mayor cantidad posible de obreros pudiera plantar el estandarte de la verdad en lugares nuevos. Pero se produjo un cambio con el correr del tiempo: no se manifestó más el espíritu de sacrificio. En algunas de nuestras instituciones los salarios de unos pocos obreros se aumentaron más allá de lo razonable. Los que recibían esos salarios pretendían merecer un pago mayor que otros debido a sus talentos superiores. Pero, ¿quién les dio sus talentos, su capacidad? Con el aumento de los salarios vino un incremento continuo de la avaricia -que es idolatría- y una continua declinación de la espiritualidad. Se infiltraron grandes males y se deshonró a Dios. La mente de muchos que fueron testigos de ese anhelo de salarios elevados, y cada vez mayores, quedó imbuida con dudas e incredulidad. Principios extraños, como mala levadura, se propagaron a casi todo el cuerpo de los creyentes. Muchos dejaron de ser abnegados, y no pocos retuvieron sus diezmos y ofrendas. Dios, en su providencia, pidió una reforma en su obra sagrada, reforma que debería comenzar en el corazón y dar frutos externos. Algunos que ciegamente continuaron atribuyendo exagerada importancia a sus servicios, fueron eliminados; otros recibieron el mensaje que les fue dado, se volvieron a Dios de todo corazón y aprendieron a detestar su espíritu codicioso. Hasta donde les fue posible se esforzaron por dar un buen ejemplo delante de otros, reduciendo voluntariamente sus salarios. Comprendieron que únicamente los salvaría de ser víctimas de una sutilísima tentación una completa transformación de su mente y de su corazón.
RH 4-1-1906



 


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